Cuando nuestros padres dejen la tierra y nos falten
no tendremos diariamente la comida preparada.
Ni por las noches, al alba, entraremos a casa descalzos
procurando no desvelar la conciencia responsable
de quienes, con su apoyo,
nos hacen confiados y de voluntad disipada.
Con toda seguridad comeremos a deshoras.
Llevaremos un jersey al año, mal planchado.
Y nadie nos recordará el deber moral
que limpia de arena nuestro destino:
no más consejos, ni miradas tiernas, ni severas represalias],
ni la solemne danza cruzada de protección y transigencia].
Llevaremos un jersey al año, mal planchado.
Y nadie nos recordará el deber moral
que limpia de arena nuestro destino:
no más consejos, ni miradas tiernas, ni severas represalias],
ni la solemne danza cruzada de protección y transigencia].
Ya, entonces, no seremos inmortales:
los momentos de indolencia harán que no olvidemos,
sentados en el suelo de una habitación en desorden,
a los pies de una cama con la colcha levantada
y una pila de libros bajo el flexo,
que el tiempo va cumpliendo su mandato.
los momentos de indolencia harán que no olvidemos,
sentados en el suelo de una habitación en desorden,
a los pies de una cama con la colcha levantada
y una pila de libros bajo el flexo,
que el tiempo va cumpliendo su mandato.
Y que cualquier amanecer en las aceras,
cualquier velada milagrosa en los locales para noctámbulos]
nos va marcando el paso…
A nosotros, que no creíamos en nada,
Ni temíamos la soledad, ni el silencio, ni la muerte.
cualquier velada milagrosa en los locales para noctámbulos]
nos va marcando el paso…
A nosotros, que no creíamos en nada,
Ni temíamos la soledad, ni el silencio, ni la muerte.
ALAS, Leopoldo. Los palcos.