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Aquí encontrarás una selección accidental de textos literarios pertenecientes a obras clásicas de la Literatura universal. Sin otro criterio que el gusto y el azar seguidos por el profesor de Lengua Rafael Bermúdez Ortiz, el alumnado tiene la oportunidad de acercarse a algunos de los títulos y autores más célebres del canon literario occidental mediante este catálogo de citas, páginas y recortes. Ojalá disfruten tanto como el autor de su lectura.

Moon River


Escena de Desayuno con diamantes (1961, Blake Edwards), la versión cinematográfica del libro 
de Truman Capote y que estuvo protagonizada por la actriz Audrey Hepburn.
La banda sonora correspondió al músico Henry Mancini.

Pero si Miss Golightly no llegó a enterarse de mi existencia, excepto en mi calidad de práctico portero, a lo largo del aquel verano yo acabé convirtiéndome en todo una autoridad sobre la suya. Descubrí, observando la papelera que dejaba junto a su puerta, que sus lecturas normales eran la prensa popular, los folletos de viajes y las cartas astrales; que fumaba unos pitillos esotéricos de la marca Picayune; que sobrevivía base de requesón y tostaditas; que su cabello multicolor no era obra de la naturaleza. La misma fuente de información me permitió saber que recibía montones de cartas del frente. siempre estaban rotas a tiras alargadas, como registros. A veces me llevaba uno de esos registros para utilizarlos en mis lecturas. Recuerdo y te echo de menos y llueve y escribe, por favor, y maldita y condenada eran las palabras que más a menudo se repetían en esas tiras de papel; éstas, y soledad y re quiero.
        
Además, tenía un gato y tocaba la guitarra. Los días de mucho sol se lavaba el pelo y, junto con el gato, un rojizo macho atigrado, se sentaba en la escalera de incendios y rasgaba la guitarra mientras se le secaba el pelo. Cada vez que oía la música, yo me acercaba silenciosamente a la ventana. Tocaba muy bien, y a veces también cantaba. Cantaba con el acento afónico y quebrado de un muchacho. Se sabía todas las canciones de los musicales de éxito, de Cole Porter y Kurt Weill; le gustaban sobre todo las canciones de Oklahoma!, recién estrenada aquel verano. Pero en algunos momentos tocaba melodías que hacían que me preguntase de dónde podía haberlas sacado, de dónde podía haber salido aquella chica. Canciones nómadas, agridulces, con letras que sabían a pinar o pradera. Una de ellas decía: No quiero dormir, no quiero morir, sólo quiero seguir viajando por los prados del cielo; y parecía que ésta fuese la que más la complacía, pues a menudo seguía cantándola mucho después de que se le hubiera secado el pelo, cuando el sol ya se había puesto y se veían ventanas iluminadas en el anochecer.


Págs. 19 y 20. Desayuno en Tiffany's (1958). Truman Capote. Anagrama.