Portada de la edición de La Celestina publicada en 150 (ca.) |
PARMENO.- Mucho segura es la mansa pobreza.
CELESTINA.-Mas di, como Marón (Publio Virgilio Marón), que
la fortuna ayuda a los osados. Y demás de esto, ¿quién es que tenga bienes en
la república que escoja vivir sin amigos? Pues, loado Dios, bienes tienes. ¿Y
no sabes que has menester amigos para los conservar? Y no pienses que tu
privanza con este señor te hace seguro; que cuanto mayor es la fortuna, tanto
es menos segura. Y por tanto, en los infortunios el remedio es a (está en) los
amigos. ¿Y a dónde puedes ganar mejor este deudo que donde las tres maneras de
amistad concurren, conviene a saber: por bien y provecho y deleite? Por bien,
mira la voluntad de Sempronio conforme a la tuya, y la gran similitud que tú y
él en la virtud tenéis. Por provecho, en la mano está, si sois concordes. Por
deleite, semejable es, como seáis en edad dispuestos para todo linaje de
placer, en que más los mozos que los viejos se juntan: así como para jugar,
para vestir, para burlar, para comer y beber, para negociar amores, juntos de
compañía. ¡Oh, si quisieses, Pármeno, qué vida gozaríamos! Sempronio ama a
Elicia, prima de Areúsa.
PÁRMENO.- ¿De Areúsa?
CELESTINA.- De Areúsa.
PÁRMENO.- ¿De Areúsa, hija de Eliso?
CELESTTNA.- De Areúsa, hija de Eliso.
PÁRMENO.- ¿Cierto?
CELESTINA.- Cierto.
PÁRMENO.- Maravillosa cosa es.
CELESTINA.- ¿Pero bien le parece?
PÁRMENO.- No cosa mejor.
CELESTINA.- Pues tu buena dicha quiere, aquí está quien te
la dará.
CELESTTNA.-Mi fe (por mi fe), madre, no creo a nadie. Extremo
(excesivo) es creer a todos, y yerro no creer a ninguno.
PARMENO.-Digo que te creo, pero no me atrevo. ¡Déjame!
CELESTINA.- ¡Oh mezquino! De enfermo corazón es no poder
sufrir el bien. Da Dios habas a quien no tiene quijadas. ¡Oh simple! Dirás que
adonde hay menor entendimiento hay mayor fortuna, y donde más discreción, allí
es menor la fortuna. Dichos son.
PÁRMENO.-¡Oh Celestina! Oído he a mis mayores que un ejemplo
de lujuria o avaricia mucho mal hace; y que con aquéllos debe hombre conversar,
que le hagan mejor; y aquéllos dejar, a quien él mejores piensa hacer. Y Sempronio,
en su ejemplo no me hará mejor, ni yo a él sanaré su vicio. Y puesto que yo a lo
que dices me incline, sólo yo querría saberlo porque a lo menos por el ejemplo
fuese oculto el pecado. Y si hombre vencido del deleite va contra la virtud, no
se atreva a la honestad.
CELESTINA.- Sin prudencia hablas, que de ninguna cosa es
alegre posesión sin compañía. No te retrayas (retraigas) ni amargues, que la
natura huye lo triste y apetece lo deleitable. El deleite es con los amigos en
las cosas sensuales, y especial en recontar las cosas de amores y comunicarlas:
esto hice, esto otro me dijo, tal donaire pasamos, de tal manera la tomé, así
la besé, así me mordió, así la abracé, así se allegó. ¡Oh qué habla! ¡Oh qué
gracia! ¡Oh qué juegos! ¡Oh qué besos! Vamos allá, volvamos acá, ande la
música, pintemos los motes (breve sentencia que incluía un secreto que
necesitaba una explicación -sentido irónico-) cantemos canciones, invenciones,
justemos (hacer ejercicios de lanzas para simular un combate). ¿Qué cimera (adornos
de plumas que remataban los yelmos o cascos) sacaremos o qué letra (lema)? Ya
va a la misa, mañana saldrá, rondemos su calle, mira su carta, vamos de noche,
tenme el escala (la escalera), aguarda a la puerta. ¿Cómo te fue? Cata el
cornudo, sola la deja. Dale otra vuelta, tornemos allá. Y para esto, Pármeno,
¿hay deleite sin compañía? ¡Alahé, alahé, la que las sabe las tañe! Este es el
deleite, que lo al (que lo demás -sentido obsceno-) mejor hacen los asnos en el
prado.
La Celestina (1499). Fernando de Rojas