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Aquí encontrarás una selección accidental de textos literarios pertenecientes a obras clásicas de la Literatura universal. Sin otro criterio que el gusto y el azar seguidos por el profesor de Lengua Rafael Bermúdez Ortiz, el alumnado tiene la oportunidad de acercarse a algunos de los títulos y autores más célebres del canon literario occidental mediante este catálogo de citas, páginas y recortes. Ojalá disfruten tanto como el autor de su lectura.

Enamorarse del misterio



Fotograma de Las vírgenes suicidas (1999), película dirigida por Sofía Coppola.

Ellos se habían conocido en una fiesta. Los dos tenían entonces diecisiete años. Era una especie de reunión de camaradería que agrupaba a jóvenes de diversos centros de enseñanza. Incluso a esa edad a Macon ya le desagradaban las fiestas, pero como secretamente estaba deseando enamorarse, había asistido a ésa, aunque luego se había quedado apartado en un rincón, con aire indiferente -eso esperaba-, bebiendo a sorbos su ginger ale. Era en 1958. El resto de los presentes iba con camisas de cuello abotonado, pero Macon llevaba un jersey negro de cuello alto, pantalones negros y sandalias. (Estaba pasando por su fase de poeta.) Y Sarah, una chica burbujeante con un cabello rizado castaño cobrizo, una cara redonda, grandes ojos azules, un labio inferior carnoso... Sarah vestía algo color de rosa, recordaba él, que daba un tono radiante a su piel. Estaba rodeada de un círculo de admiradores. Era baja, de figura armoniosa, y había cierta valentía en la forma en que se tenía firmemente sobre sus menudas pantorrillas bronceadas, como decidida a no dejarse intimidar por aquel rebaño gigante de estrellas del baloncesto y del fútbol. Macon renunció a ella en el acto. No, ni siquiera eso... , ni siquiera se planteó por un momento posibilidad alguna, sino que miró tras ella, hacia otras chicas más asequibles. Así que tuvo que ser Sarah la que diese el primer laso. Se acercó a él y le preguntó por qué se daba aquellos aires de superioridad.

-¡De superioridad! -dijo él-. Yo no me doy aires de superioridad.

-Pues lo parece.

-No, es sólo que estoy... aburrido.

-Bueno, qué, ¿quieres bailar o no?

Bailaron. El hecho le cogió tan de improviso que pasó en una especie de niebla. Sólo pudo disfrutarlo más tarde, en casa, donde lo pudo repensar en un estado de ánimo más calmado. Y al repensarlo vio que si no hubiese dado una impresión de indiferencia, Sarah no se habría fijado en él. Era el único muchacho que no había ido tras ella abiertamente. Haría bien en no hacerlo en el futuro; no había que parecer demasiado interesado, no había que mostrar los sentimientos. Intuyó que con Sarah uno tenía que mantener cierta dignidad.


Págs. 68-69. El turista accidental (1985). Anne Tyler. Punto de Lectura.