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Aquí encontrarás una selección accidental de textos literarios pertenecientes a obras clásicas de la Literatura universal. Sin otro criterio que el gusto y el azar seguidos por el profesor de Lengua Rafael Bermúdez Ortiz, el alumnado tiene la oportunidad de acercarse a algunos de los títulos y autores más célebres del canon literario occidental mediante este catálogo de citas, páginas y recortes. Ojalá disfruten tanto como el autor de su lectura.

Iniciación a la vida de Charles Bovary

En las hermosas noches de verano, cuando las calles tibias se vacían de transeúntes y los criados salen a jugar al volante a la puerta de las casas, abría la ventana y se asomaba, apoyado de codos sobre el alféizar. El río, que hace de ese barrio de Rouen una especie de vil Venecia en miniatura, discurría allí abajo, amarillo, violeta, azul, entre puentes y pretiles. Unos obreros, en cuclillas, se lavaban los brazos en sus márgenes. En unas pértigas que sobresalían en lo alto de las buhardillas se veían madejas de algodón tendidas a secar. Y enfrente, al otro lado de los tejados, se extendía el cielo puro con el sol encarnado ocultándose. ¡Qué bien se debía de estar allá! ¡Qué sensación de frescura en los bosques de hayas! Y ensanchaba las aletas de la nariz como para aspirar aquel buen olor del campo que no llegaba hasta allí.
          
Perdió peso, espigó y su rostro adquirió una particular expresión dolorida que llegaba a darle cierro interés.
            
Como era de esperar, por indolencia fue abandonando todos sus buenos propósitos. Empezó por faltar a la visita, luego a las clases, y así, enviciado por la pereza, acabó por no volver más.
            
Se aficionó a las tabernas y se entregó con pasión al juego del dominó. Encerrarse tarde tras tarde en un local público y ponerse a golpear el mármol de las mesas con huesecillos de cordero punteados de negro, le parecía un acto precioso de su libertad, mediante el cual se enaltecía ante sus propios ojos. Era como una iniciación a la vida, como el acceso al reino de los placeres prohibidos. Y al entrar allí, ponía la mano sobre el picaporte de la puerta con un goce casi sensual. Poco a poco, muchas cosas aletargadas dentro de él se fueron esponjando. Aprendió de memoria algunos cuplés y los cantaba en las fiestas. Se entusiasmó con Béranger[1], le enseñaron a hacer ponche y para colmo conoció el amor.

Pág. 15-16. Madame Bovary (1856). Gustave Flaubert. EL MUNDO, Biblioteca Millenium.




[1] Pierre-Jean de Béranger (1780-1857), famoso compositor de canciones francesas que se hicieron muy populares en su época. Se dedicó también a la política.