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Aquí encontrarás una selección accidental de textos literarios pertenecientes a obras clásicas de la Literatura universal. Sin otro criterio que el gusto y el azar seguidos por el profesor de Lengua Rafael Bermúdez Ortiz, el alumnado tiene la oportunidad de acercarse a algunos de los títulos y autores más célebres del canon literario occidental mediante este catálogo de citas, páginas y recortes. Ojalá disfruten tanto como el autor de su lectura.

La calle Singleton


Snow route, Williamsburg (2014). Luis Pérez

Al conducir por el laberinto de calles oscuras y sucias del sur de la ciudad, Macon se preguntó cómo podía Muriel sentirse segura viviendo en esos barrios. Había demasiados callejones lóbregos, huecos de escalera llenos de basura y portales cubiertos de jirones de carteles. Los comercios, cerrados con rejas, ofrecían unos servicios sospechosos en rótulos ineptamente escritos: PAGAMOS CHEQUES SIN HACER PREGUNTAS. IMPUESTO SOBRE LA RENTA DE TINY BUBBA. PINTAMOS COCHES EN EL DÍA. aun a esa hora avanzada de una fría noche de noviembre, había grupos de personas acechando en las sombras: hombres jóvenes que bebían de botellas envueltas en papel marrón, mujeres de mediana edad discutiendo bajo la marquesina de un cine que rezaba CERRADO.
           
Entró en la calle Singleton y vio una hilera de casas iguales que daban la impresión de haber sido construidas escatimando material. Los tejados eran planos, las ventanas estaban a ras de pared y carecían de profundidad. No sobraba nada, no había quedado material para aleros o para molduras decorativas, no había generosidad. La mayoría de las casas estaba recubierta de un conglomerado que imitaba la piedra, pero los ladrillos del número 16 habían sido pintados de un marrón tono caucho. Sobre los escalones de la entrada brillaba débilmente una bombilla naranja a prueba de insectos [...] (Págs. 260-261)
           
Empezaba a sentirse un poco más a gusto en ese lugar. La calle Singleton todavía le ponía nervioso con su pobreza y fealdad, pero ya no la encontraba tan peligrosa. Vio que los matones que merodeaban frente a la tienda de comida para llevar eran chicos lastimosamente jóvenes y de aspecto desharrapado, labios agrietados, escasa barba ineptamente afeitada y un aitre indenciso al alrededor de los ojos. Comprobó que, una vez que los hombres se iban a trabajar, las mujeres aparecían solícitamente y barrían su trozo de acera, recogían latas de cerveza y bolsas de patatas, incluso se arremangaban para fregar las escalinatas de la entrada en los días más fríos del año. Pasaban niños correteando, como otros tantos papeles barridos por el viento -los mitones desparejos, las narieces moqueando-, y alguna mujer se apoyaba en la escoba y llamaba: «¡Tú! ¿Que te veo! ¡No creas que no sé que no has ido al colegio!» Macon vio que esa calle siempre volvía a las andadas, siempre quedándose rezagada, resbalando hacia atrás, pero que esas mujeres la atrapaban justo a tiempo con sus voces penetrantes y sus recias mandíbulas.

Pág. 306. El turista accidental (1985). Anne Tyler. Punto de Lectura