Mientras
estuvo en funciones, supo componerse un lenguaje atiborrado de tópicos,
salpicado de axiomas y de mañas expresados en frases con buena caída que,
dichas despaciosamente, sonaban elocuentes a las personas superficiales. Y así
fue cómo agradó a esa mayoría mediocre por naturaleza, condenada a perpetuidad
a las tareas y a los puntos de vista a ras de tierra.
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56. Grandeza y decadencia de César Birotteau, perfumista (1837). Honoré de
Balzac. Ed. Alba.